La obra
El cuadro Los fusilamientos del 3 de Mayo en la montaña del Príncipe Pío de Madrid fue pintado en 1814, seis años después de que sucedieran los acontecimientos, y
actualmente se conserva en el Museo del Prado de Madrid.
En la pintura se contempla el objetivo del pintor de representar el drama que vivieron los españoles frente a los tiranos franceses, puesto que se representa a las tropas napoleónicas como personajes autómatas y despersonalizados, sin cara ni expresión. En cambio, las víctimas conforman un grupo cuyas expresiones faciales se perciben desgarradas por el dolor y el miedo.
Podemos ver como los fusiles napoleónicos disparan sobre los insurgentes en el triste lugar, hoy llamado Moncloa. Además, el cuadro gira en torno al combatiente (quien no se encuentra en el centro de la tela sino lateralmente) que, con los brazos abiertos, da a entender que está dispuesto a morir. Sobre su camisa blanca se concentra toda la luz posible, lo cual no es sólo la representación de la luz física sino también simbólica.
Las demás figuras del cuadro se suponen personajes pertenecientes a las tropas españolas que presencian el drama, unos se tapan los ojos, otros los oídos y otros yacen muertos en el suelo sobre un charco de sangre.
Como vemos, el cuadro plasma el sentimiento patriótico de Goya, así como el drama y la
violencia de los hechos, pero también el inmenso deseo de libertad.
Por otra parte, tanto estética como históricamente, este cuadro es el reverso de El juramento de los Horacios, de David, que plasma la imagen de unos héroes dispuestos a morir por una causa. Goya nos retrata al antihéroe: no al guerrero, sino a la víctima cuya muerte se convierte, casi por azar, en un llamado a los que combaten la opresión. También el estilo de Goya contrasta con el de David, con escasos perfiles marcados y una pintura suelta llena de ambigüedades y sutilezas. Se puede observar que la postura de estos soldados repite, a la inversa, la de los Horacios.
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El juramento de los Horacios (1784) |
Aunque esta dramática representación parece captada directamente de la realidad, Goya no estuvo allí cuando sucedieron los hechos.
El autor
Francisco de Goya y Lucientes nació en Fuendetodos (Aragón) el día 30 de marzo de 1746. Como pintor vocacional que fue, desde sus primeros años ya da pasos como artista, estudia arte en las escuelas Pías de Zaragoza. A pesar de sus orígenes modestos, su carácter obstinado y ambicioso lo llevan a convertirse en uno de los principales artistas de los siglos XVIII y XIX. De este modo, con el siglo XVIII supone el fin de una época, culmina la corriente rococó, la gloria de España, y el inicio de otra. Todo ésto se interpreta a través de las obras de Goya, que van desde las fragantes formas inspiradas en la naturaleza, belleza y mitología de los cuerpos propias del rococó a las macabras tragedias de sus "pinturas negras", desde sus luminosas pinturas a los famosísimos grabados.
Así pues, las obras de Goya son un ejemplo de la angustia, emoción y tragedia, sentimientos que inundaban la vida política, económica y social de la época del artista.
El contexto histórico y artístico
En la época en la que fue pintada esta gran obra de Goya, España se encontraba sumergida en una serie de conflictos con Francia, pues las tropas napoleónicas habían invadido el país. El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid intentó evitar la salida del infante Don Francisco de Paula hacia Francia asaltando el Palacio Real. Este tumulto fue aprovechado por Joachim Murat (general de Napoleón), que mandó rápidamente a unos Guardias Imperiales al palacio, acompañados de artillería; la situación se descontroló y los franceses dispararon contra la multitud. Al deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió el de vengar a los muertos y el de deshacerse de los invasores.
Este levantamiento, que había comenzado de forma espontánea, ya estaba aplacado a últimas horas de la tarde, y, al día siguiente, el ejército galo se vengó con saña ejecutando a cientos de rebeldes y a otros que no pasaban de ser simples espectadores de los acontecimientos.
No obstante, esta brutal represión no logró sus objetivos (acabar con la insubordinación española), muy al contrario, dio la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas francesas.
Artísticamente, este cuadro pertenece al prerromanticismo (1770-1820), al igual que su compañero, El 2 de mayo de 1808 en Madrid, también llamado La carga de los mamelucos. Este período se caracteriza por una predominancia del sentimiento sobre la razón (los autores expresan en sus obras sus sentimientos más tristes y exaltados), así como por una preferencia por los ambientes esotéricos y misteriosos (cementerios, escenas nocturnas, tormentas...).
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El 2 de mayo de 1808 en Madrid |
En Los fusilamientos del 3 de mayo, el protagonista absoluto es el pueblo, no están representados de forma personal, es el pueblo anónimo el héroe colectivo. Éste es un concepto claramente romántico y moderno de entender los logros nacionales, que se atribuyen al pueblo y su voluntad, y no a sus dirigentes. Al representar la Guerra de Independencia en estos lienzos, Goya se consagra a temas dramáticos, para los que crea atmósferas de pesadilla y mezcla a veces lo real con lo fantástico, al igual que sucede en su serie de grabados Los desastres de la guerra (1810-1815).